La sal común, o cloruro de sodio (NaCl) se consigue de diversas formas. La más conocida es por evaporación del agua, que da lugar a la sal marina o de manantial. Otra forma es mediante la extracción de una roca llamada halita, que se pulveriza y como resultado se consigue el condimento. Y por último también existe un método de conseguir sal a partir de plantas, en concreto de las gramíneas. Se hierven y se consigue sal, denominada sal vegetal.
Aunque se hable mucho de los riesgos del consumo de este mineral, la sal es indispensable, pero en su justa medida. Es imprescindible para mantener el organismo bien hidratado, que las células dispongan del agua necesaria, regula los fluidos del organismo y es importantísimo para que el sistema nervioso transmita bien los impulsos al cerebro.
Según la OMS lo ideal es no exceder de los 5 gramos de sal al día, lo que equivaldría a una cucharadita del condimento para todo el día. Pero además hay que tener en cuenta la sal que ya contienen muchos alimentos, y que también se incluyen en estos 5 gramos.
¿La sal engorda?
Este mito es falso, el consumo de sal no engorda, lo que produce es retención de líquidos. Al consumir mucha sal aumenta la cantidad de sodio en el organismo, y para contrarrestarlo el cuerpo a través del riñón retiene más agua para intentar diluirlo.
¿Qué problemas conlleva el exceso de sal?
Si tomamos sal en exceso la tensión arterial sube, los vasos sanguíneos están más comprimidos y el corazón realiza un esfuerzo adicional para bombear la sangre, es decir, produce hipertensión. Este trastorno es uno de los principales factores de enfermedad cardiovascular, por tanto es muy importante controlar la ingesta de sal.